(Clase del 25 de Octubre del 2020)

Jesús, El hombre espiritual.

Damos comienzo a una nueva serie de estudio biblico titulada "Jesús, Ejemplo de Vida", cuyo objetivo general es "Entender como nuestro Señor vivió su espiritualidad"

Jesús, el Verdadero Siervo

Objetivo Específico: Aprender que es un Siervo para dios

“Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir...” (Marcos 10:45).

1. EJEMPLO DE COMPROMISO

(Objetivo Específico: Aprender que el compromiso con mi prójimo es un compromiso con Dios)

«Cuando llegó la noche, luego que el sol se puso... toda la ciudad se agolpó... Y sanó a muchos...» (Marcos 1:32,33,34).

Después de un largo día de trabajo, llega la esperada hora del descanso, donde la comida, al margen de satisfacer el apetito, parece ser el centro de reunión familiar... No obstante, en el caso que nos ocupa, las personas seguían acudiendo a Jesús, y a juzgar por los datos del texto bíblico, el trabajo se acumulaba en gran manera.

En esta línea, marcada por las pisadas de Jesús, aprendemos que nuestra disposición a servir no tiene horario ni calendario; siempre pueden surgir necesidades de última hora que deberemos atender. Comprendamos bien que el verdadero siervo concibe el servicio a las personas de forma tan preeminente que, como ya hemos considerado, el bien al prójimo se encuentra por encima de sus necesidades personales. Así, pues, no podemos afirmar, en términos bíblicos, que amamos a Dios y a la vez descuidamos a nuestro hermano.

Observamos que, a pesar de la intensa ocupación, el Maestro no reclamó sus derechos al descanso, al horario de trabajo o al periodo de vacaciones. Cuando llegó la noche, nuestro Señor continuó sirviendo; su compromiso proseguía las veinticuatro horas del día. Jesús estuvo dispuesto a servir, pero lo maravilloso fue que además de estar dispuesto, también estaba disponible. Hoy día podemos afirmar que estamos dispuestos a servir, pero por desgracia no estamos disponibles. Nuestras ocupaciones profesionales, familiares, sociales, y demás quehaceres a veces innecesarios, parecen no dejar lugar al compromiso cristiano como debería ser.

Ahora, tampoco se trata en situaciones determinadas de servir por servir, sino más bien de conservar en todo momento una actitud de servicio; la acción servicial debe ajustarse siempre al espíritu humilde y a la buena intención.

“Como el Padre me amó, yo también os he amado; permaneced en mi amor” (Juan 15:9)

Cristo pagó el rescate para liberarnos del viejo hombre, es decir, dejamos algo, para comprometernos con algo. Y ello implica llevar un estilo de vida de acuerdo a Su modelo dejado para nosotros. Tenemos el compromiso de ser luz en el mundo, en la sociedad en la que estamos insertos, y todos deben ver que somos una comunidad en la que las personas viven juntos en armonía y bajo unos parámetros éticos y morales. Y eso implica un compromiso como el de Cristo.

Qué gozo el de Cristo cuando dice: “He acabado la obra que me diste que hiciese”

El servicio sin egoísmo, se expresa a través de un corazón comprometido.

2. EJEMPLO DE ABNEGACIÓN

(Objetivo Específico: Aprender que es negarse a si mismo)

El amor de Jesús, que lejos estaba de ser egoísta, se reveló por medio de su abnegación personal; hasta en los momentos de mayor dificultad por los que tuvo que atravesar.

“...aparta de mí esta copa, mas no lo que yo quiero, sino lo que tú” (Marcos 14:36)

Traemos a nuestra mente el texto bíblico ya anteriormente citado, pues conviene resaltarlo una y otra vez, dado que refleja con suficiente precisión el modelo de amor y entrega de Cristo por nosotros. En el huerto de Getsemaní el buen Pastor fue sometido a una gran presión psicológica y espiritual, ya que soportó con entereza el gran examen de su vida: pasar por la cruz o evitarla. Siendo ésta la prueba, su fidelidad a Dios se vio reflejada en su gran determinación: «mas no lo que yo quiero». Las palabras de Jesús fueron decisivas, mostrando asimismo una voluntad verdaderamente abnegada, puesto que, en actitud de servicio, no reclamó su propio bienestar, sino que por el contrario buscó en primer lugar el cumplimiento de la voluntad Dios: «sino lo que tú».

Este mismo espíritu de sacrificio que mantuvo el Maestro, es el que hoy debería regir el corazón de todo discípulo suyo. De tal forma, el servicio a los demás exige necesariamente un espíritu de abnegación, y así es como nuestro ego personal debe quedar olvidado en un lugar remoto, para que la Palabra de Cristo se haga efectiva en nosotros. Así que, por oscura que parezca la senda del deber, el discípulo que sigue a su Señor debe aprender a decir no a las tentaciones de su propio entorno, y a negar el cumplimiento de sus propios deseos egoístas: «mas no lo que yo quiero».

Con esta disposición al servicio, y para que tal abnegación no se convierta en frustración, amargura o resentimiento, nuestra voluntad ha de estar sometida bajo el control del Padre celestial, que hará posible, por la acción de su Espíritu, que toda experiencia difícil vaya precedida de gozo y paz, trayendo a nuestros corazones un contentamiento interior en el que vamos a encontrar, en relación con Dios, el verdadero sentido y agradable propósito de nuestra existencia.

“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame” (Mateo 16:24)

El corazón abnegado, proviene de un amor desinteresado